Una ventana proyecta la luz blanca en su cara.
El cielo es liquido y azul.
La mañana es dulce y salada
nadie conoce la vida acuatica
tal vez los ataques de las piernas
sean premonitorios de su vuelta al mar
y sus risas burbujeantes
explotarán en la superficie
como la respiración de los buzos
o de las sirenas.
Cuatro pequeños dedos iguales
anhelantes de la vida marina
aletean en el agua brava
y el brillo de su cuerpo
aparece intermitente
entre el sonido de la espuma.
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